- ¿Dónde está el perro? -Preguntó el señor Jiménez a la enfermera.
Por alguna extraña razón, oía jadear a su antiguo Mastín si cerraba fuertemente los ojos y se concentraba. Si pestañeaba, sus ancianos ojos lloraban. El médico de la residencia decía que era algo normal a esa edad, pero él sabía que su alma había roto aguas. Su mujer había fallecido años atrás y sólo ahora la demencia estaba enterrando su mirada. La estaba olvidando, pero no recordaba estar haciéndolo.
El anciano suspiró el vacío y al momento susurró “Cómo te añoro, mi vida”, cerró los ojos y dejó que se perdieran sus miradas.
Por alguna extraña razón, oía jadear a su antiguo Mastín si cerraba fuertemente los ojos y se concentraba. Si pestañeaba, sus ancianos ojos lloraban. El médico de la residencia decía que era algo normal a esa edad, pero él sabía que su alma había roto aguas. Su mujer había fallecido años atrás y sólo ahora la demencia estaba enterrando su mirada. La estaba olvidando, pero no recordaba estar haciéndolo.
El anciano suspiró el vacío y al momento susurró “Cómo te añoro, mi vida”, cerró los ojos y dejó que se perdieran sus miradas.
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